La adquisición del lenguaje es un objeto de estudio de la lingüística
para determinar cómo las personas son capaces de aprender una lengua o
varias.
Para la exposición de este trabajo nos hemos basado en
dos lecturas: “El bebé nace hablando” del libro “El instinto del
lenguaje” de Pinker, y “La biología del lenguaje”, del libro “Los
orígenes del lenguaje” de Puente.
No existe una única teoría
sobre como adquirimos el lenguaje, sino varias hipótesis, defendidas por
distintos autores. Uno de los enfoques es desde el punto biológico,
apoyado por Lennenberg, en la que el lenguaje se adquiere así como se
adquieren el resto de capacidades motrices.
Hay otras hipótesis,
como la conductista, que defiende que la adquisición del lenguaje
proviene totalmente de la experiencia. Es principalmente defendida por
Skinner y es un proceso que consiste en la imitación del habla adulta,
la asociación de palabras, objetos, situaciones… que llevan al
aprendizaje. Este proceso se puede llevar a cabo gracias a un estímulo, y
se es premiado en un aprendizaje correcto o castigado en caso
contrario.
Por otro lado, está la teoría innatista, que va en
consonancia con la selección natural y las ideas Darwinistas, que
explica que el lenguaje ha sido un proceso de la evolución y se ha
mantenido por ser una capacidad ventajosa.
Nosotras nos
centraremos en otra hipótesis, que defiende que en la adquisición del
lenguaje intervienen dos partes; una de carácter innato, y otra que se
basa en la experiencia. Esta hipótesis se apoya en las teorías de
Chomsky sobre la Gramática Universal, y seguimientos sobre la evolución
del lenguaje en los niños, que demuestran que la experiencia también
toma parte de esta adquisición.
EXPERIENCIA
En primer lugar la experiencia es un factor que interviene en la
adquisición del lenguaje, que se basa en las experiencias individuales
de los niños y los estímulos que reciben del medio. Todo contribuye al
desarrollo del lenguaje del niño, y a que su adquisición sea posible.
Para explicar cómo la experiencia influye en los niños, hemos recogido
datos de las lecturas, ordenados cronológicamente:
Antes de nacer y los primeros meses se familiarizan con la prosodia (ritmo, entonación) de su futura lengua materna.
Ciertos
psicólogos han observado que los bebés franceses de 4 días de edad
chupan el biberón con más fricción cuando escuchan el francés que cuando
oyen hablar ruso, y aumentan su tasa de succión cuando la grabación
pasa de ruso a francés, que cuando cambia de francés a ruso.
Los
bebés siguen aprendiendo los sonidos de su lengua a lo largo de su
primer año de vida. A los seis meses experimentan por ellos mismos y
conocen su capacidad para producir sonidos, esto se debe a que
previamente ha habido un descenso de la laringe, hasta alojarse en la
base del tracto vocal, abriendo la cavidad que queda detrás de la
lengua, para permitir al niño que empiece a realizar los sonidos
vocálicos que realizan los adultos. A los diez meses de edad ya sólo
distinguen los fonemas de su idioma, y comienzan a decir sus primeras
palabras.
Un año: Palabras aisladas
18 meses: Despliegue léxico y sintáctico.
2-3 años: Conversaciones fluidas. Estructuras complejas
Los
bebés se deben escuchar a sí mismos para aprender a manejar sus órganos
articulatorios, y en parte a que deben escuchar a los adultos para
aprender los fonemas, palabras y estructuras.
Como norma
general, la mayoría de los niños adquieren una lengua antes de llegar a
la pubertad. Como excepción presentamos a los niños salvajes, que han
estado privados del lenguaje durante su infancia, y por lo tanto suelen
ser mudos. Este mutismo lleva a pensar que la experiencia es necesaria
para la adquisición del lenguaje.
Estos niños son capaces de componer oraciones simples, sin embargo, jamás llegan a adquirir una gramática completa de su lengua.
La adquisición de la primera lengua tiene lugar hasta los seis años,
más tarde encuentra dificultades, y es prácticamente imposible después
de la pubertad. Las causas residen en la maduración del cerebro y
reducción del número de neuronas, principalmente.
Una persona
sólo puede adquirir completamente su lengua materna dentro de un período
crítico, desde la primera infancia a la pubertad. (Lennenberg)
Si
el contacto con la lengua no tiene lugar en este periodo, su
adquisición no es posible. Un ejemplo es la dificultad del aprendizaje
de un segundo idioma a partir de la adolescencia.
Para poder
adquirir el lenguaje, el niño debe contar con el lenguaje de otros seres
humanos, que se traduce en experiencia; y una estructura interna, que
nos permite introducirnos en nuestro siguiente tema a tratar, el
INNATISMO.
INNATISMO
Según Chomsky, el
cerebro humano posee una habilidad innata llamada Dispositivo de
Adquisición del Lenguaje (DAL), en el que se encuentra el conocimiento
de la Gramática Universal. Esto permite que los niños aprendan un
lenguaje, mediante el análisis de la lengua que escuchan y la extracción
de reglas gramaticales.
El DAL se relaciona con el periodo
crítico, previamente mencionado, ya que éste está activo durante un
tiempo concreto, y dentro de este periodo debe darse la adquisición del
lenguaje.
Esta teoría sobre el DAL puede ilustrar claramente que
en la adquisición del lenguaje no sólo interviene la experiencia, sino
también el innatismo o capacidad innata.
“Los humanos tenemos cierto ingenio innato para la adquisición del lenguaje” Puente.
La estructura básica de la gramática de la lengua materna del niño se
halla representada en el cerebro. Con esta representación él debe
reconstruir los detalles de esa lengua.
No es necesario que el
niño hable la lengua para considerar que conoce esa gramática, pues sin
llegar a articular palabra comprende todas las sutilezas de la lengua.
Karin
Stromswold observó un caso en un niño de 4 años. Aunque este niño no
hablaba, podía captar sutiles descripciones gramaticales: Identificaba
que dibujo correspondía a la descripción “El perro fue mordido por el
gato”, y cual a la descripción “El gato fue mordido por el perro”.
La
información gramatical que los niños reciben viene tanto del habla de
los padres, como de las correcciones que hacen éstos sobre las frases
incorrectas. Sin embargo, los niños no pueden limitarse a memorizar
frases que oyen, deben analizarlas para poder crear frases nuevas.
Mediante una serie limitada de estímulos, ellos poseen unos recursos
ilimitados.
Los niños no tienen preferencias lingüísticas y
llegan a hablar cualquier lengua con la misma facilidad a una edad muy
temprana, a pesar de la pobreza de estímulos. Depende de la lengua que
escuche, el niño la aprenderá y deberá formular las reglas del lenguaje.
Establecerá categorías gramaticales como nombre, verbo, auxiliar, y las
ordena. Este orden no puede realizarse al nivel de categorías aisladas,
sino que debe hacerse dentro de un sintagma. La combinación de
sintagmas, con un orden específico, crea oraciones. Estas estructuras
están representadas en la mente del niño de manera innata. La teoría
X-con-barra representa la estructura sintáctica de una lengua, en la que
cada sintagma recibe el nombre de su núcleo.
Los niños se
equivocan poco, normalmente el orden de las palabras en sus oraciones es
correcto. En los casos en los que sí cometen errores, éstos siguen la
lógica de la gramática.
Los niños extraen las normas
gramaticales y las aplican tan minuciosamente que llegan a cometer el
error de regularizar todos los verbos.
Un ejemplo de hasta
donde puede llegar la lógica gramatical infantil es la incorrecta
formación de los participios y pretéritos. Los niños tienden a formar
participios añadiendo el sufijo -ido y -ado, y para formar pretéritos el
sufijo -ió. Pero ciertas formas verbales son irregulares y no se puede
deducir su formación a partir de una regla sino que se tiene que
aprender de memoria.